La búsqueda de respuestas a preguntas
transcendentales es algo que siempre nos ha caracterizado como civilización.
Esas preguntas inabordables que es muy posible que jamás contestemos han sido
el principal motor para la elaboración de cosmovisiones en cada civilización y
época. Es decir, han servido de engranajes para que nos planteáramos el
entendimiento de la realidad que nos rodeaba, y a su vez, creáramos una serie
de discursos que iban enfocados a responder estas cuestiones.
De esta manera, el sentido de la vida,
el origen primigenio de la humanidad, la muerte... son preguntas transcendentales
que se repiten en las diferentes sociedades y épocas. Sin embargo, con el
surgimiento de la ciencia se crea un nuevo paradigma que afronta estos interrogantes
a través de un método de investigación, recolección de información, análisis y
comprobación.
Asimismo, gracias a los avances científicos, hemos arrojado algo
de luz sobre las incógnitas más transcendentales de nuestra especie. Por tanto,
nos encontramos con dos enfoques diferentes que afrontan las cuestiones vitales de la humanidad. Por un lado, la ciencia, por otro, el pensamiento
más subjetivo y abstracto ligado al mito y a la fábula que tiene su máxima
expresión en las religiones.
“Los científicos, en
otras palabras, son cazadores de mitos; se esfuerzan por sustituir imágenes de
secuencias factuales, mitos, creencias y especulaciones metafísicas no
comprobables sobre la base de la observación de hechos por teorías, es decir, modelos
de interrelaciones susceptibles de control, comprobación y corrección mediante
observaciones de hechos”
Elias, Nortbert (1999)
Sociología fundamental, p.62
Hoy en día, los discursos religiosos
han ido perdiendo fuelle en contraposición a una ciencia cada vez más creciente
que ha acabado asentándose como hegemónica en las explicaciones sobre el funcionamiento de nuestro planeta, nuestro papel en la tierra y el propio universo, el origen de nuestra especie, etc. En las explicaciones sobre la
realidad social, económica y política también ha ocurrido esto, y las ciencias
sociales, jurídicas o económicas se han consolidado como paradigmas
predominantes en cuanto a las explicaciones sobre la sociedad capitalista. No obstante, la modernidad se caracteriza también por el surgimiento de
unos discursos anticiencia o pseudocientíficos, los cuales, han cubierto el
espacio que las explicaciones religiosas y míticas antes ocupaban en su
totalidad. Estos nuevos discursos son altamente flexibles y conjugan diferentes
aspectos; místicos, científicos, históricos... y acaban generando un relato que
no se apoya en las premisas de comprobación, experimentación y análisis. En
definitiva, no se basan en el método científico.
|
Una ilustración típica sobre frenología del siglo XIX: En la década de 1820, los frenólogos afirmaban que podían medir las "protuberancias" del cráneo de los individuos para predecir los rasgos de su personalidad. Desacreditada fuertemente en la década de 1840, fue la primera disciplina en ser llamada pseudociencia y se sigue considerándola como tal hasta el día de hoy. Fuente: https://es.wikipedia.org/wiki/Pseudociencia
|
De este modo, las conceptualizaciones
ligadas al pensamiento abstracto, las fábulas, mitos o leyendas que a través de
las metáforas o las moralejas intentan transmitir valores, o en cierto grado,
obtener una explicación sobre ciertos fenómenos, no tienen una dimensión negativa en su origen y cumplen una función. Al igual que la ciencia, intentan arrojar luz
donde nuestro entendimiento solo vislumbra sombras e incertidumbre. No
obstante, cabe remarcar que la ciencia es un método mucho más fiable para
acercarnos a la verdad y, por tanto, la herramienta más eficaz para perseguir
el conocimiento y en general, mejorar nuestras
condiciones de vida.
Asimismo, los relatos pseudocientíficos actuales se nos presentan como potencialmente peligrosos, ya que siembran una dosis
plena de ignorancia. El efecto de estos es claramente alejarnos de la realidad,
y, además, son en cierto modo más atractivos que los
discursos sometidos a la objetividad científica, ya que muchos de ellos ofrecen
explicaciones absolutas a problemas altamente complejos. De esta forma, a
través de las nuevas tecnologías su expansión ha sido global, y encontramos
discursos de estas características no solo en las redes o en Internet (su sitio
predilecto) si no en medios más tradicionales como programas de televisión o
radio.
A pesar de esto, las pseudociencias y discursos conspiratorios no son
exclusivos de la época actual, ya que fueron usados por regímenes totalitarios
como el Nazismo a través de su teoría antisemita, la cual se engloba dentro
de la teoría de la conspiración judía y que tiene sus raíces siglos
atrás. Un buen ejemplo del antisemitismo en épocas pasadas puede ser la obra de La isla de Monopantos (1650), un
alegato antisemita del famosos escritor español Francisco de Quevedo, aunque
podemos encontrar obras similares, incluso más antiguas. Siguiendo la estela de
las conspiraciones en España, debemos nombrar la conspiración
judeo-masónica-comunista, la cual fue un discurso fundamental del imaginario
franquista y uno de los relatos principales de propio dictador Franco.
En la actualidad, existe una
discursiva renovada de estas premisas, unos discursos que se expanden a través
de Internet y que se entremezclan con las
Fakenews y demás productos
comunicativos, formando parte de la gran oleada de desinformación y
manipulación que sufrimos hoy en día.
Partidos políticos de extrema derecha han absorbido estos relatos a su favor, unos discursos que les sirven muy bien
para completar su
argumentación del "Chivo Expiatorio", ya que la extrema
derecha utiliza un "modus operandi" en el cual siempre se culpabiliza uno o varios colectivos a través de la figuración de estos como un "otro, extraño y
dañino". Por tanto, las teorías de la conspiración le vienen como anillo
al dedo para argumentar y generar este relato inculpatorio;
La culpa de
todo la tienen los judíos, los comunistas, los republicanos, las feministas, los
musulmanes, los indígenas... el discurso es simple, adaptable y eso lo hace peligroso, ya que,
además, cuenta con la baza de ofrecer una verdad absoluta hacia problemáticas sociales complejas y difíciles de comprender.
“La ciencia es una
vacuna contra los charlatanes del mundo que explotarían tu ignorancia”
Neil deGrasse Tyson,
astrofísico y divulgador científico
Existe, por tanto, una realidad oculta
en las grandes teorías conspirativas, ya que en muchos casos pueden parecer
inofensivos pasatiempos o deliberaciones. Sin embargo, cuando se utilizan con intencionalidad
manipulativa para describir la realidad social pueden ser desastrosas. Un claro
ejemplo lo hemos visto en las manifestaciones de negacionistas
del Covid que se han dado en multitud de países.
La utilización de estos relatos para sembrar
incomprensión y odio alejan a la ciudadanía de la realidad. Además, perjudican
claramente a los sistemas democráticos, ya que una ciudadanía que se guíe a
través de estos discursos no va a poder tomar decisiones de manera coherente. Ejemplo de esto lo podemos observar en el auge de la ultraderecha en todo el mundo, donde se ha producido una aceptación por gran parte de la ciudadanía de discursos populistas y anticientíficos: Donald Trump (EUA), Jair Bolsonaro (Brasil), Jeanine Áñez (Bolivia), Santiago Abascal (España), Matteo Salvini (Italia)… son algunos ejemplos de líderes políticos que usan este tipo de discursos para divulgar sus ideas: racismo, ultranacionalismo, clasismo, machismo, negacionismo del cambio climático, etc.
De esta manera, que dichos discursos calen en un porcentaje considerable de la población nos pone en una situación de posibles riesgos y problemáticas sociales muy graves. Las teorías conspiranoicas pueden conducir a un estado colectivo de paranoia e irrealidad. Acontecimientos como el ocurrido el 6 de enero de 2021 con el asalto al capitolio por parte de grupos de extrema derecha partidarios de Donald Trump, representa un ejemplo de las consecuencias que estos pensamientos pueden tener en la consecución de acciones violentas e irracionales a gran escala.
En definitiva, enfrentar este
problema pasa principalmente por dos factores fundamentales. En primer lugar,
unos medios de comunicación comprometidos con la veracidad, esto no significa
que tenga que haber un recorte en la pluralidad de la información, no, pero sí
que deben excluir debates inocuos y absurdos sobre temas hace cientos de años
superados, la tierra no es plana, y existen además miles de evidencias científicas que lo corroboran, es un debate vacío (
el terraplanismo es uno de los ejemplos más evidentes de debates absurdos llevados a cabo por las pseudociencias).
En segundo lugar, más importante si
cabe, la educación. No hay herramienta más liberadora que la capacidad crítica
de discernir y analizar de una manera objetiva la información, y eso, solo se
consigue a través de la educación. Educación en valores científicos, pero
también humanísticos, donde las ciencias humanas tienen igual o más que decir
sobre esta perspectiva. Se debe enseñar a la gente a pensar por sí misma, sé
que es un tópico, pero no se hace, es más, la situación empeora y la ignorancia
en esta era de la información se ha convertido en una norma. Así pues,
necesitamos un sistema educativo que no se dedique concienzudamente a educar
futura mano de obra capitalista, si no a ciudadanos libres con herramientas
básicas para saber desenvolverse dentro de la compleja realidad social de la
que forman parte activamente.
“Hablamos a los niños
de Papá Noel y el ratoncito Pérez por razones que creemos emocionalmente
sólidas, pero los desengañamos de esos mitos antes de hacerse mayores. ¿Por qué
retractarnos? Porque su bienestar como adultos depende de que conozcan el mundo
realmente como es. Nos preocupan, y con razón, los adultos que todavía creen en
Papá Noel”
Carl Sagan, El mundo y
sus demonios, 1997, p,229
Bibliografía:
Carl Sagan, (1997), El mundo y sus demonios.
Elias, Nortbert (1999) Sociología fundamental.
Excelente disertación, estoy completamente de acuerdo con usted y tienes razón, eso es una cuestión de educación, no hay nada más liberador que informarse
ResponderEliminarMuy de acuerdo contigo, una educación honesta es una herramienta muy potente para mejorar la vida de la gente y hacerla más libre. Gracias por el comentario!
Eliminarmuy interesante, colegas!!!
ResponderEliminarMuy buen artículo, justamente en un grupo de personas de todos los lugares del mundo discutimos esto mismo hace dos días. En conclusión: el mundo democrático y políticamente correcto está creando nacionalismos y odio racial de nuevo. Y todo dependerá del grado de ignorancia de las siguientes generaciones. Ellos decidirán si luchar con armas o con libros. Éste ultimo es invencible pero ellos aún no lo saben.
ResponderEliminarGracias por tu comentario! estoy de acuerdo las generaciones venideras serán claves en todo esto, pero mientras tanto las generaciones presentes deberemos seguir al pie del cañón, destapando los discursos irracionales e intolerantes. Un saludo!
Eliminar