SOCIOLOGÍA DEL TRABAJO
¿Es sorprendente que las prisiones se asemejen a fábricas, escuelas, cuarteles, hospitales, las cuales se asemejan a las prisiones?
Michel Foucault
El sistema capitalista surge a través de diversos fenómenos históricos complejos, sin embargo, dos factores fácilmente reconocibles en su surgimiento son
la revolución industrial y
el inicio de las fábricas como lugar predilecto del trabajo, siendo la fábrica el espacio arquitectónico predilecto del capitalismo
De esta manera, la fábrica sirve a la Sociología como microscopio social, ya que en ella se concentran las principales
relaciones de producción, económicas y sociales del capitalismo.
Por otro lado, aunque las industrias se han mostrado en constante dinamismo y cambio desde su origen en la revolución industrial, estas mantienen una serie de factores de control sobre; los empleados, los tiempos en la cadena de producción, la aglomeración obrera o la interacción constante entre tecnología y trabajo.
De este modo, en el presente artículo nos centraremos en estos
factores que caracterizan las fábricas y muestran una cierta estabilidad pese a los cambios.
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Fuente: Elaboración propia. Evolución histórica del sistema capitalista y su producción. |
Relaciones Productivas
Asimismo, la fábrica es el lugar clave donde se lleva a cabo la producción capitalista. Por tanto, como ya he nombrado antes, es un sitio idóneo para entender
las relaciones de producción.
La idea burguesa de progreso constante y lineal a través de la producción es el pilar base que sustenta la construcción de un mundo productivo, es decir, un mundo basado en la producción fabril.
Así pues, dentro de la fábrica encontramos un proceso productivo dinamizado por las innovaciones tecnológicas; máquinas y sistemas de producción en constante mejora. Culminando este proceso de progresiva e infinita mejora a través de la coordinación del binomio obrero-máquina, que desde los inicios hasta la actualidad conforman la base del funcionamiento de las fábricas capitalistas.
Relaciones Económicas
Otra idea originaria del
liberalismo burgués que sigue vigente en la actualidad es la concepción de la fábrica como lugar básico donde se construye el
crecimiento económico, tanto privado como estatal.
La fábrica acaba siendo un mecanismo que rentabiliza y aumenta el capital que en primer lugar es invertido en esta. Es decir, a partir del trabajo humano y la coordinación del obrero-maquinaria, se logra un proceso de aumento del capital invertido, siendo este multiplicado.
Relaciones Sociales
Además, la fábrica se nos presenta como el lugar donde se da en un primer plano el conflicto social que estructura el sistema capitalista; el
conflicto capital-trabajo.
De esta manera, la fábrica es un espacio de relaciones sociales, unas relaciones que sostienen el conflicto de clases tradicional descrito por Marx.
Por un lado, los trabajadores, por otro, los burgueses/capitalistas/empresarios. Estos dos actores protagonizan el conflicto primigenio que se inicia con el surgimiento de las fábricas y que gira en torno a la explotación de los capitalistas hacia los trabajadores.
Esta
relación de explotación ha cambiado en su manera de expresarse a lo largo del tiempo, desde las primeras luchas más convulsas protagonizadas por el auge del
movimiento obrero, a la invisibilidad actual del conflicto en el
capitalismo neoliberal, donde parece que esta problemática ha desaparecido. Pero nada más lejos de la realidad, se ha vuelto más compleja, sí, no obstante,
sigue siendo el eje central de las relaciones sociales en el trabajo y en las fábricas.
La fábrica
un espacio fundamental para entender el sistema capitalista
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Producción fabril en la actualidad
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Para entender la fábrica y su importancia como espacio social, debemos alejarnos de las explicaciones simplistas que la describen como un simple espacio económico-productivo.
Los tres tipos de relaciones; productivas, económicas y sociales, interactúan dentro de este lugar y conforman identidades tanto individuales como colectivas. Es decir, las relaciones sociales que se reproducen dentro de la fábrica condicionan de manera transcendental la identidad de los individuos, determinando su clase social, sus gustos de consumo, patrones de ocio, expresiones culturales...
Asimismo, desde un punto de vista inspirado fundamentalmente en el filósofo y psicólogo
Michel Foucault, la fábrica ha sido concebida por gran parte de las Ciencias Sociales como
un dispositivo de poder, donde se despliegan un conjunto de tecnologías, normas, pautas y discursos, encaminados hacia el dominio del ámbito del trabajo por parte de la clase capitalista.
De esta forma, la fábrica se nos presenta como un lugar que ejerce poder sobre los trabajadores a través del control sobre la organización del trabajo, y en general, sobre las dimensiones ligadas a la gestión empresarial y fabril; asignación de recursos, aparato productivo y capital humano.
Además, se pueden destacar dos factores básicos que representan el control de las fábricas sobre el proceso productivo, y por tanto, sobre los trabajadores:
Por un lado, debemos destacar el contrato de trabajo y, por otra parte, la naturaleza privada de los medios de producción. Estos dos factores, son los que legitiman el poder del dueño de la fábrica a través de la dirección y la organización de la propia empresa y del capital que genera.
De este modo, volviendo hacia una reflexión sobre el contrato de trabajo ¿es realmente una relación basada en la libertad personal cómo argumenta el liberalismo? Debemos tener en cuenta que existe una dimensión claramente coercitiva.
¿Existe alguna otra opción por parte del trabajador al no ser propietario y sólo poder ofrecer su fuerza de trabajo? La imposibilidad de margen de maniobra coloca al propio trabajador en una posición de subordinación frente al empresario.
Por otra parte, sumado al contrato laboral y a la propiedad de los medios de producción, existen una serie de factores y directrices empresariales dirigidas hacia el control de las resistencias por parte del empleado, las cuales pueden dinamitar el objetivo de obtener beneficios y multiplicar el capital:
La primera de ellas es la tecnología. El empresario a través de la dependencia cada vez mayor del empleo hacia la tecnología, se encuentra con facilidades en cuanto a desprenderse de mano de obra. La tecnología aparte de para aumentar la productividad, sirve para un ahorro en la mano de obra y una gestión más controlada de los trabajadores, ya que el desarrollo tecnológico los sitúa en una posición cada vez más subordinada dentro de la producción.
En segundo lugar, nos encontramos con el diseño organizacional. Es decir, a través de estrategias de recursos humanos y gestión de personal ligadas a la lógica neoliberal, se crean directrices que fomentan la competitividad entre trabajadores.
Esto acaba socavando los principios básicos del
sindicalismo (el cual se presenta como algo negativo para el trabajador) y acaba introduciendo nuevas estrategias neoliberales basadas en
el "coaching" u otras lógicas que fuerzan al trabajador hacia una constante formación y competencia interna.
Además, a través de los valores individualistas ligados a la gestión neoliberal, todo el peso de la responsabilidad frente a las adversidades laborales recaen sobre el empleado, se omite el contexto y los diferentes factores que pueden influir sobre el plano laboral, y se centra todo en las consecuencias de las acciones individuales (si estás en una posición mala o perjudicial, sigue formándote, esfuérzate aún más, aumenta las horas de trabajo, el esfuerzo te compensará).
No obstante, no se dice nada sobre la
transnacionalización de la producción, el paro estructural, la pérdida de derechos laborales o el declive del sindicalismo, factores que realmente explican la gran mayoría de situaciones precarias en el ámbito laboral.
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La idealización de la gestión neoliberal del trabajo: Un mecanismo de poder y control |
En tercer lugar, nos encontramos con las
políticas relacionadas con la gestión de la fuerza de trabajo, políticas salariales (horas extra, primas), políticas de personal (promoción y participación) o las políticas de empleo (controlar las formas de contratación).
Todas ellas suponen en diferentes dimensiones una sujeción y subordinación del empleado y su fuerza de trabajo a los intereses exclusivos de la empresa. A través de estas estrategias se intenta impedir el surgimiento de formas de conflicto, y si se diera el caso, las mismas políticas tienen a su vez soluciones para afrontarlo a través de los discursos, normas y jerarquías instauradas a partir de las mismas políticas.
Por último, nos encontramos con el sistema normativo, el cual, supera las fronteras de la fábrica e involucra al contexto social, cultural y político.
Así pues, el sistema normativo hace referencia al conjunto de normas, valores y leyes que conforman el comportamiento de los ciudadanos en su rol de trabajador, garantizando que las personas estén preparadas para encajar dentro de la organización social y política del sistema capitalista, y en concreto, dentro de la fábrica/empresa. Este conjunto de procesos se inculca a través de la socialización y son reforzados a través de un marco legislativo y jurídico.
En conclusión, el sistema capitalista se ha introducido en todas las dimensiones de la vida social. Sin embargo, es en la fábrica y en sus relaciones internas donde podemos observar muchas de sus lógicas de manera clara.
Además, lejos de la visión idealizada que se nos transmite a través de la
socialización hegemónicamente neoliberal, la fábrica dista de ser un espacio idílico y sin confrontaciones, todo lo contrario, es
el eje vertebrador de los conflictos de clase hasta la actualidad.
En definitiva, una institución que perpetua desde su creación unas
lógicas de poder inscritas en su arquitectura, jerarquía, normas, cultura, formación y gestión, que además, como hemos explicado en este texto, gira en torno al control de la fuerza de trabajo para mantener algo que es obvio:
una relación de explotación que fluye desde el empresario y somete al trabajador.
muy interesante, colegas!!!
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