La mercantilización de la vida en la era posthumanista
La mercantilización de la vida en la era posthumanista
Fotograma extraído de la película Blade Runner 2049, una de las sagas de ciencia ficción que mejor exploran el futuro del hombre desde un punto de vista transgresor y posthumano. Fuente: Filmaffinity |
Una de las principales obras de Nietzsche es el libro denominado Así habló Zaratustra (1883-1885). En este libro, el filósofo alemán, a través de la figura retórica de la metáfora, pone en jaque la idea de lo que es un ser humano, invitando al lector a deconstruirse a sí mismo.
En primer lugar, es preciso apuntar que uno de los aspectos que dota de particularidad a la filosofía de Nietzsche es su capacidad de generar debates profundos en las diferentes disciplinas humanas aún más de 100 años después de ser escrita.
No obstante, quizá la característica más importante del pensamiento nietzscheano es que muestra una herramienta para pensar la realidad occidental desde un punto totalmente diferente hasta su época (finales del siglo XIX).
De esta forma, el libro Así habló Zaratustra es un texto que se sale completamente de los cánones filosóficos. Es un libro que se podría categorizar incluso en el género de la poesía.
Esta característica hace que el libro de Nietzsche, como se ha comentado antes, pueda ser interpretado desde infinitos puntos de vista (izquierda, derecha, ultraderecha…). Sin embargo, esto no es casual y este formato de redacción fue elegido por el propio autor para conseguir precisamente esto, provocando interpretaciones diversas dependiendo del lector y su punto de partida.
En resumidas cuentas, el libro referido habla de un profeta llamado Zaratustra que, después de muchos años de meditación en un asilamiento autoinfligido, vuelve a la sociedad para predicar. En realidad, Nietzsche está parodiando al nuevo testamento y el Zaratustra sería una especie de nuevo mesías portador del pensamiento nietzscheano.
Zaratustra, de hecho, en realidad existió: fue un profeta persa también conocido como Zoroastro. En este caso, al parecer Nietzsche adoptó este personaje para crear su nuevo mesías, pues este persa representa de manera conceptual la extranjería. Es decir, un pensamiento diferente que tiene como intención traer ideas extrañas y contrarias a la filosofía hegemónica occidental del siglo XIX.
De este modo, en el inicio de la obra, Zaratustra baja a la ciudad después de estar varías décadas aislado y se va al mercado a predicar. Esto no es casualidad, pues la filosofía tiene su origen en el mercado de la polis griegas de Mileto.
El mensaje que viene a contar Nietzsche a través del profeta en pleno
mercado es el anuncio inminente de la llegada del suprahumano. Pero,
además, esto inevitablemente conduce a que el tiempo en el que Nietzsche está
viviendo es el tiempo del último hombre. Es decir, es el final de la noción de hombre como la
cultura occidental había ido labrando hasta la fecha.
Así pues, Nietzsche comienza a enarbolar una profunda crítica sobre la imagen actual de humanidad. La idea del ser humano en esa época es descrita por Nietzsche como una idea estática y definitiva. Para el filósofo esto es un error: el ser humano es devenir, es tránsito, es dinámico y se asemeja más bien a un proceso que a una fotografía estática.
De esta manera, basándose en la crítica del pensamiento occidental y la manera de autodefinirnos como seres humanos, el libro de Así hablo Zaratustra deconstruye a través de 80 discursos los principales postulados de la filosofía de la época.
Uno de los textos más famosos dentro de esta obra se titula Las tres transformaciones. Este relato habla
de un proceso de tres estadios por los cuales
las personas pueden o deben pasar para llegar al suprahumano.
En primer lugar, habla del camello. Dicho
animal es el primer estadio, y Nietzsche
con esta metáfora pretende representar aquellas personas que forman parte del rebaño. Aquellas personas que soportan
en su joroba el peso de las normas sociales de su época, unas reglas y unos
deberes impuestos por otros. El camello simboliza un ser humano domesticado y dócil que se deja llevar por la
corriente.
En segundo lugar, se encuentra el león. Este felino
representa el despertar interior. Es decir, el
proceso por el cual una persona después de dejar de lado su personalidad de
camello, se transforma en león, despertando.
Es de esta manera que se empodera, obteniendo poder y voluntad: ya no arrastra todas aquellas imposiciones sociales que
estaban en la joroba del camello. No obstante, este
estadio no garantiza una libertad real, pues la transformación en
león surge a causa de un pasado de domesticación. Por tanto, nos vincula directamente con el estadio anterior. Es
decir, existe voluntad de aplicar nuevas normas, nuevas reglas, pero
todavía se está condicionado por los aprendizajes anteriores.
En último lugar, está la figura del niño. El león ha permitido liberar al individuo de la cárcel a la que le sometían las normas y los valores sociales. Sin embargo, es el niño el estadio que permite llegar al suprahumano. Para Nietzsche, el niño simboliza creación. Es por eso que ese estado permitiría el desarrollo de nuevos valores, nuevas ideas y, en definitiva, la creación de algo inéditamente nuevo. Para Nietzsche, el niño es el símbolo que conduce a poder crear una nueva manera de entender la identidad del ser humano.
Por tanto, el concepto de suprahumano que muestra Nietzsche no es una versión mejorada del humano, no es un “Superman” ni alguien biológicamente superior como argumentaban los postulados nazis, ni tiene nada que ver con una cuestión racial, ni siquiera tampoco con el dominio étnico, social, económico o cultural.
Paradójicamente, es algo muy diferente. El superhombre o suprahumano es alguien que es consciente de su carácter casual y contingente. Es por tanto una persona que desenmascara todas las categorías del saber, todas aquellas cosas que se dan por sentado y que se entienden por tanto como naturales.
El suprahumano es entender que las personas son esclavas de sus dogmas y que,
además, no son capaces de llegar a una verdad absoluta de la realidad. Es una invitación a reconciliarse con la vida terrenal, la muerte,
el sufrimiento y las pasiones. En conclusión, es
una manera de reconciliar al ser humano con su dimensión animal, con su
fugacidad y con el devenir.
Harrison Ford y Rutger Hauer en una escena de Blade Runner. Fuente: Filmaffinity |
El posthumano en la sociedad actual: Zygmunt Bauman y Byung Chul Han
No obstante, cabe preguntarse ¿Qué tipo de humanos somos hoy en día? Pensadores ligados a la teoría social como Zygmunt Bauman, Byung Chul Han o Michel Foucault han apuntado como el capitalismo en su avance hacia el sistema en el que vivimos actualmente nos ha ido condicionado como humanos-sujeto.
Por un lado, para Bauman es el consumo la dimensión de la sociedad capitalista que más nos traspasa en la actualidad. La lógica de comprar-usar-tirar ha pasado a formar una premisa fundamental que impregna todas las lógicas de nuestra vida. Una lógica del despilfarro y de la velocidad vertiginosa donde todo pasa de moda de manera muy rápida; experiencias vitales, trabajos, relaciones amorosas, noticias de actualidad, novelas, nuevas tecnologías, nuevos deportes, nuevos espacios de ocio… todo está atravesado por la lógica precipitada que el ritmo de consumo capitalista imprime cuando aprieta el acelerador.
Por otra parte, también existe esta lógica mercantilista del consumo que a su vez impregna las esferas sociales de la vida social:
Hablar de una sociedad de consumidores… Significa decir, además, que la percepción u el tratamiento de la práctica totalidad de las partes del escenario social… Tienden a estar guiadas por un síndrome consumista. Así, la política de la vida… Tiende a ser reconfigurada a imagen y semejanza de los medios y de los objetos de consumo y siguiendo las líneas implícitas en ese síndrome consumista (Zygmunt Bauman, Vida Líquida, P.112).
Byung Chul Han sigue una estela parecida a Bauman. No obstante, se dirige a la mercantilización de la vida como la dimensión principal que moldea a los sujetos humanos. Una mercantilización que en este caso no puede explicarse únicamente desde el consumo y las pautas capitalistas, sino que más bien está ligada a la manera que tiene de ejercerse el poder en este capitalismo neoliberal.
En definitiva, si Nietzsche viera en que nos hemos convertido seguramente pensaría que ni mucho menos hemos traspasado el estadio del camello, aunque reconocería que somos unos camellos muy productivos, vestidos a la moda, conocedores de la tecnología más puntera y de la experiencia más transcendental que nos enseña el anuncio más popular del año.
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muy interesante-colega-Álvaro.
ResponderEliminarMuchas Gracias Óscar, un saludo!
EliminarDio para pensar y recordar, muchas gracias. Me dejó la tarea de conocer un poco mas sobre como interpretaron a Nietzsche los Nazis. No tengo seguridad en que el filosofo no haya dejado la puerta abierta sobre la otra idea del superhombre. En su libro "El Anticristo" tiene una mirada bastante cruda del débil, casi dejandolo condenado a no existir junto con la compasión.
ResponderEliminarSin duda es una tema de debate. No obstante dos cosas que te pueden interesar: los expertos que estudian a Nietzsche y su vertiente más relacionada con la influencia nacionalsocialista encontraron evidencias en sus textos, muchas, del rechazo del filosofo al antisemitismo y al nacionalismo. Dos pilares fundamentales del nazismo. Lo que si que estoy seguro es que el Alemán no era un demócrata, sus ideas nos arrojan a la deconstrucción pura de la moral, y claro, todo puede surgir después de eso, tanto lo malo como lo bueno. Un saludo :)
EliminarBuen texto. Gracias. Felicidades humanistas.
ResponderEliminarGracias! Un saludo y felices fiestas!
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