La Sustancia: El cuerpo femenino como producto del capitalismo

 La Sustancia: El cuerpo femenino como producto del capitalismo

Fotograma de la película La Substancia.

Hay películas que saben captar la esencia de su tiempo. Eso ocurre en la historia protagonista de este post, La Sustancia (The Substance). Este film, dirigido por Coralie Fargeat y protagonizado por Demi Moore y Margaret Qualley, nos lanza al corazón del capitalismo tardío. En concreto, hacia la mercantilización de los cuerpos humanos, y más específicamente, del cuerpo femenino en la industria audiovisual.

La historia comienza con Elisabeth Sparkle, una reputada actriz californiana que protagoniza un icónico programa de fitness. Sin embargo, ha cumplido cincuenta años y la industria, que se ha enriquecido con la mercantilización de su cuerpo y trabajo, planea sustituirla simplemente porque está “demasiado vieja”, a pesar de que la actriz luzca un cuerpo atlético y normativo a sus 50 años.

Al enterarse de la noticia, Elisabeth se siente acorralada y deprimida. De camino a casa, sufre un grave accidente de coche, pero sale ilesa. Uno de los médicos que la atiende en urgencias le ofrece una solución para su malestar emocional: "Me cambio la vida", le susurra, entregándole un misterioso pendrive.

Fotograma de la película La Substancia.

En casa, Elisabeth ve el vídeo del pendrive y descubre que ofrece una extraña sustancia que promete generar una versión más joven y mejorada de ella misma a través de la división celular. Tras varios días de dudas, decide probarla. Todo se lleva a cabo en completo secreto: no puede interactuar con nadie y recoge la sustancia cada siete días en un lugar anónimo. Hay pocas instrucciones, pero la más importante es que debe transferir la conciencia de su cuerpo matriz a su versión mejorada, y viceversa, cada siete días sin excepción.

Fotograma de la película La Substancia.

Así, literalmente desde las entrañas de Elisabeth, surge Sue. La película nos sumerge en una espiral de inseguridad y lucha interna, dividiendo su vida, su carácter y su identidad en dos. Con claros ecos de Dorian Gray y Dr. Jekyll y Mr. Hyde, la película reflexiona sobre varias cuestiones sociológicas que veremos a continuación.

Fotograma de la película La Substancia.

La primera es clara: la mercantilización del cuerpo femenino en la sociedad de consumo. En particular, dentro del sector audiovisual, uno de los más misóginos, competitivos, superficiales e inmorales que existen. La directora utiliza un estilo descarnado, con primeros planos que casi rozan la piel, para mostrar cómo todos los hombres que interactúan con la protagonista resultan repulsivos, o al menos así me pareció a mí. Todo lo patriarcal lo es. Algo muy significativo es que los hombres de la película siempre muestran plena confianza en sí mismos, pese a su aspecto desmejorado, en claro contraste con la protagonista. La narrativa gira en torno a problemáticas relacionadas con la sexualización y cosificación de la mujer en la sociedad, y las consecuencias psicológicas que esto puede generar: trastornos alimenticios, depresión, ansiedad, entre otros.

Fotograma de la película La Substancia.

Foucault está muy presente e la película. Los cuerpos se convierten en un campo de batalla donde el poder se inserta, como si fuera una sustancia que nos doblega a su voluntad. En este caso, el poder de la industria cultural instrumentaliza a las mujeres, moldeando sus cuerpos, exigiendo parámetros imposibles y reduciéndolas a simples objetos.

Fotograma de la película La Substancia.

La segunda dimensión es el capitalismo "farmacopornográfico" descrito por Paul B. Preciado, quien advierte que la sociedad capitalista potencia la alienación de la clase trabajadora a través de la industria farmacéutica y pornográfica. En este capitalismo FP, las subjetividades masculinas se construyen como insaciables, deshumanizando las identidades femeninas. Basta con echar un vistazo a las redes sociales para ver el contenido de la "manosfera", cada vez más en auge. La Sustancia es excepcional en este sentido, ya que muestra sin compasión la mirada masculina insaciable, deshumanizada y mercantilizada hasta sus últimas consecuencias, sobre todo para las mujeres, dentro del capitalismo.

Fotograma de la película La Substancia.

Por último, me gustaría destacar que esta historia también refleja la "sociedad autófaga" que describe Anselm Jappe. Según Jappe, el capitalismo contemporáneo, centrado exclusivamente en la acumulación de valor (basado en la producción de mercancías y el trabajo abstracto), ha llegado a un punto en el que se autoconsume. Esto implica que ya no puede expandirse sin destruir las propias condiciones que permiten la reproducción de la sociedad, como el medio ambiente, la cohesión social e incluso los seres humanos, empezando, sin duda, por la identidad femenina.

 


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