Imagen y
mercancía
Imagen y mercancía son dos conceptos entrelazados en el capitalismo. Pero no hablamos de una imagen cualquiera, sino de la imagen como reflejo publicitario, la imagen como símbolo inductor de infinitos significados. Con el surgimiento de tecnologías como la fotografía o la televisión, la imagen empieza a ser reproducida en masa.
La industria cultural empieza a generar una cantidad de imágenes aplastante. La publicidad llena las calles de carteles publicitarios, y los periódicos se atascan en los buzones de las casas con secciones exclusivas dedicadas al consumo. Con los años, las revistas de productos se sofistican. La televisión y la radio, canales hegemónicos que se hacen accesibles para gran parte de la población occidental, sirven como un Gran Hermano silencioso que no observa, pero que inocula una ideología que mutará, con el surgimiento de Internet, en lo que Jameson bautizó como posmodernidad o en lo que Mark Fisher denominó realismo capitalista.
Pero, en este post señalamos a la compulsión muda del capital, aquella que mercantiliza cada píxel, cada significado, cada símbolo, cada ápice estético que la cultura y el arte reproducen. Es, por tanto, desde este punto de vista, la imagen y su reproductibilidad infinita como mercancía aquello que acaba traspasándonos. Así se entiende la violencia cristalizada en la mercantilización de los cuerpos, la cosificación de las figuras femeninas, o el desprecio a los cánones no hegemónicos de belleza que contrastan con las imágenes-mercancía del capital.
La tesis de Benjamin sobre la pérdida del aura en la era de la reproducción técnica converge con la crítica de Debord al espectáculo como la dominación total de lo visible, en la que las imágenes no son meras representaciones, sino mediaciones absolutas del capitalismo. Ambas ideas, retomadas por Jameson, se vinculan a la lógica del realismo capitalista que Fisher describe: la absorción de toda resistencia en el sistema, donde la imagen-mercancía se vuelve omnipresente y el proletariado se convierte en espectador de su propia alienación. La publicidad y la cultura visual, lejos de ser neutrales, forman parte de un dispositivo que configura al sujeto como un consumidor insaciable, incapaz de imaginar una alternativa al capitalismo, atrapado en un bucle de significados diseñados para perpetuar el capital a través de un siseo perpetuo, una compulsión muda.
Bibliografía
Debord, Guy. La sociedad del espectáculo. Valencia: Pre-Textos, 2009.
Jameson, Fredric. El posmodernismo o la lógica cultural del capitalismo avanzado. Barcelona: Paidós, 1991.
Fisher, Mark. Realismo capitalista: ¿No hay alternativa?. Madrid: Caja Negra, 2016.
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Adorno, Theodor W., y Horkheimer, Max. Dialéctica de la Ilustración. Madrid: Trotta, 1994.
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