Capitalismo y deseo en el cine de David Cronenberg

Capitalismo y deseo en el cine de David Cronenberg

Fotograma de la película Crímenes del futuro
Fotograma de la película Crímenes del futuro

Otro concepto interesante, hilado esta vez a la obra del británico Mark Fisher, el materialismo gótico, se convierte en una herramienta clave para analizar la filmografía de CronenbergFisher describe esta corriente como una forma de explorar las tensiones entre lo material y lo espectral, lo orgánico y lo tecnológico, en el contexto del capitalismo tardío. En películas como Videodrome, Crash o Crímenes del futuro, encontramos una estética que da cuenta de estas tensiones, donde la carne y la máquina no se oponen, sino que se fusionan en una dialéctica inquietante, casi aberrante, casi fantasmagórica, constantemente en el campo de lo inhumano.

Fotograma de la película Crímenes del futuro

También otro autor, crítico cultural, gran influenciador de FisherFrederic Jameson, ofrece una perspectiva relevante al hablar del concepto de posmodernismo como la lógica cultural del capitalismo tardío. En el cine de Cronenberg, esta lógica se manifiesta en la manera en que el deseo se codifica tecnológicamente, produciendo cuerpos que ya no son solo biológicos, sino también mercancías, extensiones del capital y territorios de inscripción para las fuerzas productivas; que capitaneadas por las nuevas tecnologías, literalmente nos desgarran.

Fotograma de la película Crash

Fotograma de la película Crímenes del futuro

Fotograma de la película Videodrome

Fotograma de la película Videodrome

Fotograma de la película Crash

En este momento es cuando el análisis de la película se torna completamente axiológico o valorativo. La película no habla únicamente del deseo-por-lo-tecnológico, sino por la experiencia y el placer que la tecnología despierta. El sexo se torna abstracto y conceptual superando así la dimensión biológica. Se transmuta en un deseo que busca un objeto que le otorgue una experiencia de placer, un objeto, en el caso de Videodrome y Crash, que es lo tecnológico y a la vez la experiencia desde lo tecnológico, una experiencia que en Ballard se cristaliza en el cuerpo hasta tal punto que se excita con una cicatriz en la pierna de una mujer que, en el contexto de la película, se ve como una vagina.

Cartel promocional de la película Crash

Pero no es solo Ballard quien siente placer al frotar sus genitales con la cicatriz de la mujer, sino que la propia mujer siente placer al sentir que están teniendo relaciones sexuales con esa parte de su cuerpo, un cuerpo que ha sido modificado por lo tecnológico y una cicatriz que simboliza la experiencia de deseo sexual desde lo tecnológico.

Fotograma de la película Crash

Y con esta experiencia nos adentramos en la siguiente obra: Crímenes del futuro. Si bien dicha película trata de temas tan interesantes como la biotecnología, la edición genética y los límites de la misma, observamos como la tríada tecnología, cibernética y deseo sigue presente. En un mundo donde el dolor físico ha sido eliminado, la cirugía estética radical es el nuevo sexo. Con esta película volvemos a la idea del sexo como algo abstracto y conceptual, pero a diferencia de Crash, la experiencia no queda cristalizada de forma “accidental”, sino que se convierte en el nuevo arte.

Fotograma de la película Crímenes del futuro

Las performances biotecnológicas de Saul Tenser y Caprice — protagonistas del film — , se convierten en un espectáculo que despierta una experiencia estética en las personas asistentes hasta tal punto que el objeto de deseo no es ni el cuerpo, ni la tecnología, sino la experiencia de ser abierta, refiriéndose a la invasión y modificación tecnológica del cuerpo. La invasión del cuerpo por lo tecnológico que empieza en Videodrome cuando Max, el protagonista, introduce dentro de sí pistolas o cintas de vídeo, llega al extremo en Crímenes del futuro. Ya no es el terror propio del cyberpunk de la invasión del cuerpo por lo tecnológico lo que prevalece en esta obra, sino el deseo-sexual por la invasión y automodelación del cuerpo.

Fotograma de la película Crímenes del futuro

Fotograma de la película Crash

Así como sostienes tu smartphone como una extensión de tu cuerpo, casi como un órgano onanista, tus datos se transforman en apéndices cibersexuales conectados a la maquinaria del capital. En esta relación íntima y constante, es el cibercapitalismo quien siempre gana: te proporciona placer, te satisface, pero también te hace desear más, atrapándote en un ciclo interminable de consumo y dependencia tecnológica. Es un deseo insaciable, individualista, y solitario, mientras el sistema te arrastra hacia un clímax perpetuo, donde la hedonia depresiva captura el grito proletario de: ¡Muerte a Videodrome, viva la carne nueva!

Fotograma de la película Crímenes del futuro



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