Desmontando las mentiras de la ultraderecha sobre el cambio climático
Desmontando las mentiras de la ultraderecha sobre el cambio climático
El cambio climático no solo
es el gran tema ambiental y social de la época actual, sino también uno de los problemas de mayor importancia al
cual se enfrentan todas las sociedades del mundo. Se
tiende a pensar de hecho que es una temática únicamente de índole ecologista o
ambiental, pero lo cierto es que se trata de una cuestión de actualidad
política, climática y económica, presente en muchos aspectos de la vida diaria.
Asimismo, el aumento
de la temperatura media del planeta de manera repentina traerá consecuencias
insospechadas que afectarán a la vida de todos los seres vivos, incluyendo a
los seres humanos: desplazamiento de especies, extinciones masivas,
desaparición de ecosistemas, migraciones, falta de recursos, sequías,
conflictos bélicos, surgimiento y expansión de enfermedades… los retos son, por
lo tanto, mayúsculos.
La importancia del cambio climático se entiende mejor si, directamente, se afirma que está en juego el futuro de la especie humana y, como mínimo, el modelo de producción y consumo global. De esta manera, la respuesta adaptativa de nuestras sociedades a una amenaza ambiental como ésta es la implantación de un modelo social basado en la sostenibilidad medioambiental y en la justicia social. Esto indica, por tanto, que la civilización actual se encuentra frente a una espada de Damocles, pues se afronte o no el reto ambiental, las transformaciones venideras serán de enorme calado, en un sentido o en otro.
Emisiones globales de
CO2 y resultados probabilísticos de temperatura de diferentes políticas. Autor: A.A. Fawcett, G.C. Iyer, L.E. Clarke, J.A.
Edmonds, N.E. Hultman, H.C. McJeon, J. Rogeli, R. Schuler, J. Alsalam, G.R.
Asrar, J. Creason, M. Jeong, J. McFarland, A. Mundra, and W. Shi, 2015: Can
Paris pledges avert severe climate change? Fuente: U.S. Global Change Research Program: Climate Science Special Report, Fourth National Climate Assessment (NCA4) ), Volume I, chapter
14.2. |
Profesionales en economía, en
sociología, antropología o cualquier científico o científica social siempre se
alejarán de realizar previsiones sobre el futuro. Esto se debe a la enorme
complejidad de sus objetos de estudio, normalmente multifuncionales y repletos
de variables que influyen de manera interconectada e inesperada. La economía,
la sociedad o las expresiones culturales son altamente imprevisibles en
sus acontecimientos venideros, incluso con las estimaciones aparentemente más
objetivas, claras y generosas.
Profesionales en economía, en
sociología, antropología o cualquier científico o científica social siempre se
alejarán de realizar previsiones sobre el futuro. Esto se debe a la enorme
complejidad de sus objetos de estudio, normalmente multifuncionales y repletos
de variables que influyen de manera interconectada e inesperada. La economía,
la sociedad o las expresiones culturales son altamente imprevisibles en
sus acontecimientos venideros, incluso con las estimaciones aparentemente más
objetivas, claras y generosas.
Traspasando esta misma reflexión al cambio climático, se puede decir que existe un amplio discurso (intencionado o no) que explica y entiende este fenómeno en parámetros únicamente cortoplacistas y puramente meteorológicos, ignorando la totalidad de la evidencia científica disponible. Por ejemplo, si hay un año muy caluroso, se confirma; si es templado, se pone en duda. Al igual que la economía y la sociedad, el clima terrestre es un sistema infinitamente complejo, por lo que hay que huir de la pretensión de entenderlo a través de los parámetros descritos. Además, no se puede comprender la magnitud del tiempo de los ciclos climatológicos terrestres que explican el cambio climático utilizando únicamente los intervalos de tiempo cotidianos ya que no son análogos a los tiempos vitales de los seres humanos: 70-100 años frente a 10.000 o incluso más.
Ice storm rolls from Texas to Tennessee – I'm in Los Angeles and it's freezing. Global warming is a total, and very expensive, hoax! — Donald J. Trump (@realDonaldTrump) December 6, 2013
Estas percepciones son, en cierto modo normales, ya que entender
el problema en su globalidad exige un esfuerzo extraordinario de abstracción y
conocimiento, algo de lo que se aprovecha la ultraderecha a la hora de soltar
sus discursos negacionistas.
Emisiones de CO2 en la atmósfera entre 1950 y 1980 por ppm en el Polo Sur. Autor: Captura de pantalla realizada el 01/10/2020 a las 19:08h. Fuente: : Estudio Atmospheric Carbon Dioxide Variations on the South Pole (CHARLES D. KEELING, J. ALEXANDER ADAMS, JR., CARL A. EKDAHL, JR., and PETER R. GUENTHER, Scripps Imtitution of Oceanography, University of California at San Diego, La Jolla, California, USA, 1976) |
De este modo, la ultraderecha ataca
sistemáticamente los discursos contrahegemónicos contrarios
al statu quo y a los sectores sociales
privilegiados, como el socialismo (o la izquierda en general), el feminismo y,
por supuesto, el ecologismo. De
hecho, una de sus armas argumentativas frente al movimiento ecologista es negar
el cambio climático (entre otros fenómenos y otras acciones, como evitar la
financiación de las energías renovables).
Dos argumentaciones básicas que sostienen el discurso
negacionista son o bien que no hay pruebas o evidencias suficientes (sosteniéndose
en el cortoplacismo y la falsedad de datos), o bien que el cambio climático forma parte de los ciclos
climáticos naturales de La Tierra y
que el papel del ser humano en él no tiene absolutamente nada que ver o, a lo
sumo, tiene una influencia muy poco importante, por lo que en realidad no hay
nada que se puede hacer al respecto.
La evidencia científica recopilada y comprobada hasta ahora
indica que ambos argumentos (entre otros) son fácilmente desmontables. Uno de
los mayores expertos en materia climática de España, Ramon Folch,
doctor en Biología, socioecólogo y fundador de la consultoría ambiental
estratégica ERF, así como profesor de la Universidad de Barcelona y de la
Cátedra UNESCO/FLACAM y consultor ambiental de la UNESCO (París), explica cómo
se deben superar estas dos falacias sobre el cambio climático:
El cambio climático debe ser abordado bajo estas premisas. Es un fenómeno complejo que afecta a un planeta complejísimo. Hay que entender, además, que ha habido muchos cambios en el clima del planeta, desde las relativamente recientes glaciaciones, cuando los primeros humanos corríamos la tierra, hasta la amplia paleta de temperaturas y precipitaciones registradas a partir del inicio de los tiempos, centenares de millones de años antes de que los humanos hiciésemos acto de presencia. Este es el detalle: El cambio climático que se nos viene encima es un modestísimo cambio climático, pero altera enormemente nuestras oraciones y, además, lo estamos provocando nosotros mismos al modificar las condiciones con que opera el efecto invernadero terrestre. (Folch, 2011, p. 65)
Desmontando el bulo
negacionista de la ultraderecha
La consecuencia del cambio climático es un aumento global de
temperatura a causa de un incremento del efecto invernadero (por lo que hace
años se le conocía más por el nombre de “calentamiento global”).
El efecto invernadero es
algo crucial para la vida tal y como se la conoce hoy en día. A través de él,
las radiaciones solares son retenidas por la superficie terrestre y parte de
ellas son enviadas hacia el exterior, pero muchas de estas son devueltas con
sus longitudes de onda modificadas y esto causa que algunas no puedan cruzar la
atmósfera y, por tanto, rebotan de nuevo contra la corteza terrestre generando
un calentamiento, al igual que sucede en el interior de un invernadero
artificial o lo que sucede cuando se deja un coche completamente cerrado bajo
el calor del sol. A causa de esto, La Tierra mantiene temperaturas templadas y reduce las distancias
térmicas entre el día y la noche,
ayudando a las condiciones de vida del planeta.
De esta manera, el efecto invernadero no es un problema. Lo es el aumento drástico de éste a causa de la emisión de gases potenciadores de él: Metano (CH4) y dióxido de carbono (CO2). La concentración de CO2 se mantuvo estable en 280 ppm (partes por millón) antes de la Primera Revolución Industrial alrededor del siglo XVIII. Empezó a subir a mediados del Siglo XIX de 290 a 330 ppm, hasta 1950 con 390 ppm. Desde entonces, la concentración no deja de aumentar y para 2070 se superarán los 500-520 ppm. (Folch, 2011)
En correlación con esto, la temperatura media del planeta también ha aumentado: en el siglo XVII era de 14,0 °C; entre 1950 y 2006 era de 14,5°C y, si la progresión sigue así, en 2070 pasarán los 15°C. (Folch, 2011). Todos estos datos oficiales ya demuestran por sí mismo la falta de veracidad de los bulos de la ultraderecha. Existe una correlación más que probada entre el inicio de la industrialización de la humanidad y, por tanto, del surgimiento de las fábricas y otras industrias generadoras de gases de efecto invernadero, con el aumento de estos gases en la atmósfera y el crecimiento de la temperatura global como consecuencia directa.
Cambio térmico en los últimos 50 años. Temperatura global media en 2014-2018 comparada con el promedio basal entre 1951 y 1980, de acuerdo al Instituto Goddard de Estudios Espaciales de la NASA. Autor: NASA’s Scientific Visualization Studio, Key and Title by Eric Fisk, 18/01/2018. Fuente: Nasa.gov. |
Es más, se estima que el
límite que no se debe sobrepasar para evitar los efectos más desastrosos del
cambio climático es de entre 1,5 y 2 ºC. Algunos estudios afirman
que dicho límite podría superarse incluso antes, entre 2030 y 2052, fecha que
se acelera a medida que pasa el tiempo y las emisiones continúan aumentando.
Por otro lado, cuando se observan los ciclos terrestres comparando millones de años de vida del planeta o, por ejemplo, los ciclos solares (pues también podría ser que una mayor actividad solar provoque un aumento de la temperatura global), un rápido vistazo hace ver que no solo el sistema solar se encuentra en un periodo de baja actividad, sino que no hay ningún patrón que haga coincidir el actual aumento de temperatura con un ciclo natural del planeta.
Aumento de la
temperatura de los océanos entre 1880 y 2010. Autor: Captura de pantalla
realizada el 01/10/2020 a las 19:01h. Fuente: Estudio Global Temperature Research, 2010 (J. Hansen, R. Ruedy, M. Sato, and K. Lo) |
Además de que la única explicación de las oscilaciones de temperatura se han debido a un aumento o un descenso de los gases de efecto invernadero (por diferentes causas), la evidencia ha ido descartando cualquier otra causa ajena a la actividad humana en cuanto a la acumulación reciente de este tipo de gases. Y aunque ha habido algún estudio que ha intentado demostrar lo contrario, más tarde no se han podido replicar, ya sea por fallos metodológicos, en los datos o en otros puntos.
También existen datos acerca de la
reducción de los glaciares del planeta, el aumento
del nivel del mar o
la acidificación de los océanos. Y
todos los datos coinciden con ese aumento de la temperatura provocado por el crecimiento
exponencial de gases de efecto invernadero que
se relacionan con la actividad humana.
Por supuesto, también hay
formaciones políticas de ultraderecha que, incluso aunque no nieguen de forma
explícita el cambio climático, tiran por tierra las medidas para luchar contra
él tildándolas de dictatoriales, es decir que, con la excusa del cambio
climático (sea o no real), la extrema izquierda o el “consenso progre” quiere
imponer su agenda política. No obstante, esta supuesta agenda política oculta
que, según las teorías de la conspiración de la ultraderecha y de la
nueva alt-right, se
intenta imponer en todos los ámbitos de la sociedad por parte de una “élite
progre” (y que ha usado Trump para abandonar los Acuerdos de París sobre
el clima o Bolsonaro para atacar a la activista Greta
Thunberg), no hace más que seguir las recomendaciones extraídas de la
comunidad científica.
Detener a la extrema derecha
para detener el cambio climático
Dada la gravedad y la
evidencia al respecto, es fundamental combatir los bulos negacionistas sobre el cambio
climático, pues cada vez queda menos tiempo. Sin embargo, dirigentes como
Donald Trump (EEUU), Jair Bolsonaro (Brasil),
partidos conservadores y de ultraderecha de todo el mundo (Vox en España, AfD
en Alemania, La Liga en Italia…), sostienen discursos negacionistas en mayor o
menor medida.
¿Por qué sucede esto en un
momento en el que hasta la mayoría de partidos de derecha aceptan los efectos
del cambio climático e incluso muchas empresas se suman a la adopción de
“políticas verdes”? Detrás de estas posiciones se encuentran con los intereses
de (ciertas) grandes empresas e industrias: cárnicas, energéticas, petroleras…
a las cuales no les beneficia nada aceptar un problema de tal magnitud, ya que
la propia solución deriva en un cambio en la manera de producir y de consumir
global, algo
que las dejaría de lado.
No hay que olvidar que el ecologismo trata directamente estos problemas de una manera teórica y práctica. Es por eso que es rechazado y estigmatizado por la extrema derecha. Los postulados ecologistas abren caminos de reflexión y acción para afrontar el cambio climático, la degradación de ecosistemas, la generación desbordante de residuos, la deforestación, la extinción masiva de especies y la reducción de biodiversidad, consecuencias más o menos directas de una actividad productiva sin límites.
Además, las tesituras globales en la actualidad han demostrado uno de los preceptos más básicos de las teorías ecologistas: la necesidad de comprender la naturaleza y la sociedad como partes de una relación intrínseca. De este modo, es necesario entender que las características del medio físico influyen a las sociedades y, al revés, la forma en que las sociedades se organizan socialmente influye en el medioambiente.
El sistema capitalista, por
su propia idiosincrasia al entender que evitar la regulación de los mercados y
de la actividad económica es la mejor forma de organizar la sociedad y
distribuir los recursos disponibles, es claramente nocivo en cuanto a que se
basa en la explotación, una explotación que se reproduce desde la dominación de clases a
la dominación de la naturaleza.
Y, en periodos de crisis
política, social y económica, cuando el sistema por sí mismo o los partidos
conservadores tradicionales no pueden hacer frente a ciertos movimientos que
abogan por cambios de carácter progresista, se da rienda suelta (con
excepciones) a la extrema derecha para que juegue su papel de movimiento reaccionario, tal
y como sucedió en los años 20 y 30 con el nazismo y el fascismo o en los 60 y
los 70 con el Plan Cóndor, o
actualmente en casos como el golpe de estado en Bolivia. Por
el mismo motivo, la ultraderecha agita también la bandera del antifeminismo, el
rechazo al movimiento LGTBI, el antirracismo o el antifascismo.
The United States of America will be designating ANTIFA as a Terrorist Organization. — Donald J. Trump (@realDonaldTrump) May 31, 2020
De hecho, la extrema derecha
tiende a acogerse a teorías
pseudocientíficas o
alejadas del cientifismo (asumiendo incluso posturas antiintelectuales) para
poder justificar así su propia agenda política. Es por eso que también está
detrás de la mayoría de teorías de la
conspiración sobre el coronavirus o
se ha adherido a pseudociencias como la eugenesia o
el darwinismo social.
Por el contrario, para mejorar la relación de los seres humanos
con la naturaleza y afrontar los grandes retos climáticos venideros, las propias personas deberán crear una
sociedad más inclusiva, igualitaria y tolerante y
mejorar las relaciones sociales haciéndolas más justas y conscientes de su
entorno. Es decir, es necesario presentar más consideración frente al resto de
la especia humana, de los seres vivos y frente a los ecosistemas del mundo.
Enlaces, fuentes y bibliografía:
Folch,R (2011). La quimera del crecimiento: la sostenibilidad en la era postindustrial. Editorial RBA.
Autor: Álvaro Soler Martínez.
Artículo original: https://aldescubierto.org/2020/10/01/desmontando-las-mentiras-de-la-ultraderecha-sobre-el-cambio-climatico/
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