El peligro de una sociedad ignorante y anticientífica
El peligro de una sociedad ignorante y anticientífica
Fuente: Pixabay |
¿Es posible que seamos menos reflexivos
como sociedad? ¿Quizá más irracionales? ¿Más conspiranoicos? ¿En cierta manera más imprevisibles? ¿Más
desinformados? ¿Más anticientíficos? ¿Más superficiales? ¿Menos críticos? Todos
estos interrogantes ya han sido planteados por grandes pensadores décadas atrás,
Carl Sagan o Isaac Asimov advirtieron ya en la década de los 90 sobre los claros indicios de ignorancia creciente en la sociedad,
sobre todo en los ámbitos del pensamiento que conciernen a la reflexión crítica,
objetiva y científica.
En aquella época las pseudociencias empezaban a consolidarse como fieles competidoras de la ciencia moderna. Carl Sagan advertía en su libro El mundo y sus demonios (1995) como las pseudociencias, teorías de la conspiración y demás relatos similares estaban empezando a sustituir al discurso mítico/religioso.
Es decir, estaban ocupando en la sociedad ese
espacio discursivo que apelaba más a lo metafórico, a lo metafísico, al mito o
a la moraleja abstracta, métodos de explicación útiles durante siglos cuando el conocimiento teológico era hegemónico, pero que
habían sido desplazados por el discurso científico, pues este, aunque no puede
llegar a verdades absolutas y universales, nos guste o no, es un método más fiable
para comprender la mayoría de incógnitas que se nos presentan.
Una mente
crédula… encuentra el mayor deleite en creer cosas extrañas y, cuando más
extrañas son, más fácil les resulta creerlas; pero nunca toma en consideración
las que son sencillas y posibles, porque el mundo puede creerlas. Samuel
Butler (1667-1669).
Existe en la actualidad una función
olvidada de la educación: ser una herramienta para transmitir el saber, un
saber científico y lógico que permita a los ciudadanos ser individuos libres o
al menos tener las herramientas al alcance para poder serlo. El saber como
herramienta de libertad es posiblemente uno de los factores fundamentales del
progreso social y humano. No en vano la ignorancia es una de las principales
ventajas que un grupo que ostenta el poder puede usar en contra de otro grupo
al cual domina:
Tiranos y
autócratas han entendido siempre que el alfabetismo, el conocimiento, los
libros y los periódicos son un peligro en potencia. Pueden inculcar ideas
independientes e incluso de rebelión en las cabezas de sus súbditos. Carl
Sagan, El mundo y sus demonios. Pág; 390.
En un primer lugar, el capitalismo o por lo menos parte de sus procesos han ayudado a normalizar esta sociedad felizmente ignorante y anticientífica. De esta manera, la escuela ha pasado a ser (como nombra el sociólogo Pierre Bourdieu) una institución que reproduce el orden social y, por tanto, que reproduce la desigualdad y la dominación de unas clases sociales sobre otras.
Paradójicamente, la escuela en lugar de ser un lugar de liberación es una parte
más del engranaje de dominación. Pero más allá de esto, la escuela también es
un pilar fundamental de nuestra construcción como sujetos productivos. Por
tanto, la educación que recibimos lejos de dotarnos de herramientas para la
vida en sociedad enfocada a una mejor convivencia en
todos los ámbitos, se centra más bien en dotarnos de herramientas para ser
buenos productores dentro del sistema capitalista.
Además, no solo nos permite ser unos trabajadores ejemplares, sino también unos consumidores concienzudos, poco reflexivos e irracionalmente impulsivos. El sociólogo polaco Zygmunt Bauman realizó una extensa obra sobre la sociedad de consumo y su efecto en nosotros como sujetos. Para Bauman los impulsos de consumo y sus lógicas giran entorno a muchos aspectos de nuestras vidas, siendo una pieza fundamental de nuestra identidad actual.
Un indicio claro de como la irracionalidad es explotada hasta la
saciedad es la publicidad ¿No os llama la atención esos anuncios de perfume
donde se recrea una escena de carácter onírico y con alta tensión sexual? (por
supuesto todo interpretado por exquisit@s modelos) ¿No sería más
lógico/racional que si se anuncia un perfume se describa por ejemplo las características/atributos
del producto? En realidad, lo que se nos venden son sensaciones, emociones,
deseos frustrados… Nos venden la sensación de sentirnos libres como la mujer que cabalga encima
de ese caballo blanco que muestra el anuncio o el deseo de poseer un cuerpo perfectamente esculpido como el
de los actores que salen en pantalla o el deseo de satisfacer una pulsión sexual reprimida, todo eso es lo que se nos vende en muchas ocasiones con los anuncios; emociones.
Si no me creéis echarle un ojo al siguiente video y decirme si realmente os
están vendiendo un perfume:
Sin embargo, que poseemos una
parte irracional, instintiva, emocional… es algo obvio y no es algo malo de por
sí. No obstante, lo que si que resulta un profundo inconveniente es cuando la parte racional,
la parte crítica y nuestro pensamiento científico está en horas bajas. Esto es
un verdadero problema pues queramos o no acabamos abrazando la ignorancia, y si
una democracia es un reto de por sí mayúsculo, la verdad es que se vuelve una
quimera si sus ciudadanos y ciudadanas toman las decisiones en base a conocimientos falsos, irracionales o pseudocientíficos.
Carl Sagan en su obra El mundo y
sus demonios (1995) ya se adelantó a esta época de demonios surcadores del
imaginario colectivo, demonios que se presentan en forma de teorías de la
conspiración, miedo, incertidumbre, desinformación e irracionalidad a raudales.
Sagan avisó en su obra sobre la gran problemática que había en Estados Unidos en aquella década de los 90, pues
existían considerables porcentajes de población apenas alfabetizados y con una falta evidente de cultura científica. Además, desde
que Sagan escribió su libro las teorías de la conspiración y los partidores de
las pseudociencias no han hecho más crecer.
Esta especie de histeria colectiva
por intentar entender la realidad a través de relatos inverosímiles parece muy
relacionada con la denuncia que Carl Sagan ya articulaba sobre la deficiente educación estadounidense en
1995. Una educación que se ha desligado de dotarnos de una capacidad crítica y
científica, que nos ha atontado y nos deja indefensos ante una realidad paradójicamente
cada vez más científica y compleja donde los avances tecnológicos/digitales avanzan a velocidades
vertiginosas y donde los problemas que hemos ocasionado a través de muchas de
estas actividades productivas y el consumo masivo deben ser afrontados.
En la actualidad, parece que para
parte de la población (de momento no mayoritaria) es más fácil negar las
evidencias: el cambio climático no existe, el Covid 19 tampoco, el capitalismo
es un complot de élites concretas (principalmente familias de judíos), la
tierra es plana, el sida no existe, existen milagrosos remedios para curar
enfermedades, las enfermedades pueden ser curadas a través de tratamiento pseudopsicológicos,
los extraterrestres nos visitaron en el pasado y están detrás de muchas cuestiones inexplicables… la lista es interminable.
De este modo, con este contexto
expuesto, la visión democrática y crítica para tomar decisiones coherentes se
nos reduce considerablemente. A través de dicho panorama es comprensible que auténticos narcisistas como
Trump puedan llegar al poder a través de relatos o mentiras basadas incluso en teorías de la conspiración.
Carl Sagan ya predijo los demonios
que podrían surcar la sociedad estadounidense en un futuro no muy lejano. El astrofísico
poco se equivocó, pues a día de hoy Estados Unidos es uno de los países que
más negacionistas del cambio climático alberga. Además, es uno de los países
desarrollados que más gente se niega a ponerse la vacuna. El país más rico del
mundo parece ser que necesita la ignorancia para perpetuar su hegemonía. Es
algo obvio ya que su modelo posiblemente nos lleve a un empeoramiento drástico de la vida tal y como la conocemos (con colaboración
de los demás países del mundo). Si la mayoría de la población fuera consciente de esto las inercias sociales y económico-productivas cambiarían.
En definitiva, de nosotros
depende apropiarnos y exigir que se nos dote de herramientas para poder decidir libremente en una democracia menos deficiente que la actual. Además, como sociedad civil tenemos el derecho y el deber de recibir información rigurosa y honesta. No solo somos trabajadores, productores o consumidores, somos también
ciudadanos con unos derechos civiles enfocados a conformar una sociedad que aspira a vivir mejor y a tomar buenas decisiones. Por tanto, para
poder progresar hacia un futuro sostenible debemos combatir la ignorancia y la
maldad de quienes instrumentalizan y cultivan dicha ignorancia para mantener sus privilegios, aunque esta maldad se esconda detrás de peligrosos discursos políticos que cada vez nos cuesta más detectar.
Aunque tengamos el corazón endurecido ante la vergüenza y la miseria que experimentan las víctimas, el coste del analfabetismo para todos es muy alto: el coste en gastos médicos y hospitalización, el coste en crimen y prisiones, el coste en educación especial, el coste en baja productividad y en mentes potencialmente brillantes que podrían ayudar a resolver los problemas que nos preocupan. Carl Sagan, El mundo y sus demonios (1995), Pág: 391.
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muy interesante-colega-Álvaro.
ResponderEliminarGracias Óscar, un saludo.
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