Ciudad de espejos
Foto María Soler. Fuente: https://www.pexels.com/@maria-soler-991995919/ |
El reflejo es, en ocasiones, sinónimo
de desconocido. El reflejo otorga imagen a la sombra que siempre se nos escapa,
sobre todo si esa sombra procede de nosotras mismas. Teniendo en cuenta que la
interrelación de todas esas sombras en un tiempo y lugar determinado dan fruto
a aquello que llamamos sociedad. Podemos decir que la sociedad es un reflejo:
una visión difuminada de aquello que proyectamos colectivamente.
La urbe y sus espejos altivos en
paredes verticales pueden esconder muchas cosas. De hecho, lo esconden todo.
Estudiar la historia de los muros de una ciudad es estudiar la historia de la
vida y sus reflejos. En la actualidad, los reflejos urbanos se nos presentan
difuminados y confusos. Parece que todo brilla bajo el eslogan del capitalismo
y sus productos, bajo el turismo y la marca de ciudad. Porque sí, amigas, la
propia ciudad donde vives es toda ella una mercancía. Tan solo hay que ver las
guías de turismo, aquellas que incitan a consumir toda la urbe a través de un
ocio predeterminado, a través de un reflejo impostado.
Sin embargo, el reflejo que interesa
a la sociología es otro. Más bien, lo que buscan las ciencias sociales es
reflejar aquello que nunca se pone frente al espejo: el barrio sin luz, las
calles sucias, las personas durmiendo a ras de asfalto, la casa recientemente
desahuciada, la zona martilleada por los fondos buitre que intenta expulsar a
los vecinos que llevan toda su existencia dando vida a ese lugar.
Esa es una de las grandes
herramientas del sistema capitalista y sus inercias, independientes y
omnipresentes, que funcionan solas como un engranaje bien lubricado: imparable,
impersonal, un proceso nítido que se encarga de borrar reflejos, romper espejos
y ocultar la luz.
Toda la verdad decidla pero al sesgo
el éxito mora en rodeos
demasiado brillante para nuestro doliente deleite
la verdad soberbia sorprende
como el relámpago a los niños
que una buena explicación tranquiliza
la verdad tiene que deslumbrar gradualmente
o todo hombre será ciego
-Emily Dickinson
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