Sociología de la religión: Del opio del pueblo a la espiritualidad libre

 

Sociología de la religión: Del opio del pueblo a la espiritualidad libre

 

El monumento a Karl Marx en Brückenstrasse en Chemnitz.

Resumen del texto: Este artículo examina cómo Karl Marx analizó la religión en relación con el capitalismo, considerándola un medio para perpetuar la alienación y la dominación de la clase trabajadora. Marx describe la religión como “el opio del pueblo”, sirviendo para mantener a los trabajadores inconscientes de su explotación. Además, yendo más allá de la crítica marxista se exploran distinciones entre religiones e ideologías “soft” y “hard”, así como enfoques contemporáneos que reinterpretan la espiritualidad fuera de las estructuras religiosas tradicionales, destacando la influencia cultural y social de la religión en la perpetuación de la desigualdad y la necesidad de construir una espiritualidad fuera del dogma religioso.

Texto escrito por los sociólogos Jose Manuel Bobadilla y Álvaro Soler.

 

Sociología de la religión y Karl Marx


Karl Marx, filósofo y economista, realizó un exhaustivo análisis, quizás el más importante e influyente sobre el capitalismo del siglo XIX y sus características socioeconómicas más profundas. Como veremos seguidamente, la religión fue un elemento que Marx consideró importante para perpetuar la dominación de la clase burguesa hacia la clase obrera, siendo sus postulados muy a tener en cuenta desde la sociología de la religión.

Para empezar con esta breve disertación, no podemos abordar la religión desde la perspectiva marxista sin entender un concepto vital para el pensador alemán: la alienación. Pondremos un ejemplo sencillo para comprenderlo. Para Marx, en el trabajo anterior al capitalista, el artesano participaba plenamente en el proceso de producción de una manera completa. Es decir, desde que un carpintero recibía la madera hasta que este mismo construía un mueble, transformando así una materia prima en un producto o mercancía. Sin embargo, en el trabajo capitalista dicha lógica la vemos modificada de manera radical, ya que los trabajadores pierden el control sobre el producto final y el proceso productivo en su totalidad. Precisamente, esto es un factor fundamental para entender la alienación. Pues el sistema de producción y las mercancías que se realizan en las fábricas pasan a tener las riendas existenciales del proletariado. Subsiguientemente, los trabajadores se ven relegados a ser una parte más de la cadena de montaje de la producción capitalista, siendo, por tanto, siervos del modelo y del objeto que controlaban y producían anteriormente en su totalidad.

En consecuencia a lo descrito, Marx concebía la alienación como una parte central de un sistema de desigualdad social y explotación que se vertebraba en el capitalismo. Para el pensador alemán, los trabajadores viven alienados bajo la explotación del propio sistema y, de cierta manera, son inconscientes de su condición de explotados gracias a la religión.

Personas en metro a altas horas de la tarde, cuando la mayoría sale de trabajar.

De esta forma, para Marx la religión era el «opio del pueblo» y desempeñaba un papel fundamental en la alienación de la clase trabajadora: la religión cumplía una función social anestésica. El alemán nos advertía de ello con una cita icónica en su obra Crítica de la Filosofía del Estado de Hegel (1843): «La religión es el sollozo de la criatura oprimida, es el significado real del mundo sin corazón, así como es el espíritu de una época privada de espíritu. Es el opio del pueblo».

En este sentido, para las clases oprimidas la religión era la respuesta espiritual a alienación. Para las clases capitalistas — dominantes —, en cambio, la religión era usada para justificar sus acciones y su ideología. Es decir, era utilizada para justificar el orden establecido y el egoísmo material de la propiedad burguesa, contribuyendo así a su hegemonía (Marx, 1844). En suma, según Marx, la religión constituye una poderosa fuerza que ayuda a consolidar y perpetuar el papel dominante de las clases capitalistas. La abolición de la religión nos supondría la verdadera felicidad real y sería uno de los pasos a seguir para poner fin a la felicidad ilusoria que esta misma genera. Siguiendo esta estela, las personas somos guiadas de manera más justa y adecuada por la razón, siendo la religión un obstáculo para el pensamiento racional. Además, la propia religión se nos presenta como un factor determinante en la perpetuación y/o justificación de las relaciones de desigualdad social y en cierta manera, siendo un escollo para conocer las capacidades humanas emancipadas de la opresión.

 

Sociología de la religión: Maria Corbí, Dona Haraway, Johan Galtun y Rossi Braidotti

Imagen de Pixabay. 

Si ahora nos preguntamos por la etimología de la religión nos encontramos con dos explicaciones: religión como religare (volver a unir) y relegere (volver a leer). La primera palabra hace referencia a la unión espiritual con la realidad, es decir, al reconocimiento mental y sensitivo de no ser un solo ser. Mientras que la segunda llama a la necesidad constante de repensar y releer los textos sagrados. Pero también hay que reconocer que hablar de religión es más complejo de lo que parece. Marx, Bakunin o incluso Tolstoi, gran referente del anarco-cristianismo y otros críticos de la religión enfocaron su crítica a la institución religiosa: jerarquía, poder, dogmas, creencias y su instrumentalización para someter a las personas a los mandatos y preceptos divinos justificando así muchas de las atrocidades que se han cometido en nombre de cualquier divinidad.

Es complejo hacer una diferencia entre los conceptos de religión y cultura. Podemos pensar que la religión es una manifestación cultural pero muchas culturas desconocen el concepto de religión y todo se engloba dentro del concepto cultura. Música, arte, arquitectura, festividades, gastronomía, leyes, literatura, etc., todo esto, son cuestiones culturales y religiosas al mismo tiempo e incluso, como expone Marià Corbí, estudioso de las configuraciones axiológicas humanas, podemos diferenciar entre las Religiones y las tradiciones espirituales. Las Religiones serían aquellas construcciones humanas que sirvieron, anterior a las ideologías, para la creación de todo un sistema de cohesión y organización social cuyo origen se encuentra en las condiciones materiales de vida; en cambio, las tradiciones espirituales son aquellas que, independientemente de las condiciones materiales de vida, se dedicaron al cultivo espiritual como podrían ser el budismo o el taoísmo aunque está claro que con el pasar del tiempo se han convertido en una religión institucionalizada.

De este modo, como en todo sistema cultural o sistema de cohesión y organización social (religioso o ideológico) nos encontramos con lo que el sociólogo y matemático Johan Galtun denominó en su obra “Religions, Hard and Soft” (1997) como soft y hard religion o lo que podemos llamar soft y hard ideologi. La asignación soft hace referencia a la religión abierta, no dogmática, que no se alía con el poder, que no hace proselitismo, que no promueve discursos de exclusión ni son excluyentes, todo lo contrario de lo que promovería la hard religion. Y lo mismo podría decirse de las ideologías. No se critica a la persona religiosa o de convicción no religiosa, sino al cierre mental y dogmático que impide comprender que existen otras maneras de pensar, hacer y sentir.

Imagen de Pixabay. 

También hay que comprender que la religión no significa creencia en un Dios, pues existen religiones monoteístas, politeístas, ateas (budismo, confucianismo y taoísmo) e incluso existen espiritualidades laicas o como lo denomina la filóloga catalana Laia De Ahumada espirituales sin religión, que serían aquellas personas que, siguiendo la acepción de religare, buscan unirse con el misterio del mundo desde la música, el arte, la poesía o la observación de la naturaleza. Incluso pensadoras como Dona Haraway, materialista, atea y mujer de ciencias habla del animismo como el único materialismo real que nos enseña la interdependencia de la realidad; o Rosi Braidotti, filósofa y teórica feminista, quien pone en valor la dimensión espiritual que las feministas radicales de la segunda ola tuvieron en su lucha por la igualdad y plantea la necesidad de recuperar, desde una creatividad intelectual o una relectura, el valor simbólico y espiritual de los textos religiosos.

BIBLIOGRAFÍA

Corbí, Marià. Principio de Epistemología Axiológica 1.

Galtung, Johan. Religions, Soft and Hard.

Haraway, Donna. Seguir con el Problema. 2016.

Marx, Karl. El Capital. 1867.

Marx, Karl. Filosofía del Estado de Hegel. 1843.

de Ahumada, Laia. Espirituals sense religió. 



Si queréis seguir disfrutando de contenido relacionado con la sociología os invito a que me sigáis en las demás plataformas y redes sociales que tiene el canal Sociología Inquieta.

-La novela de ciencia ficción sociológicahttps://elojodepoe.com/libros/la-perdida-de-la-historia/

-El libro de sociología inquieta:  https://www.unoeditorial.com/libros/manual-de-un-sociologo-insociable/

Podcast en Spotify: https://podcasters.spotify.com/pod/show/soler29117

Podcast en ivoox; https://www.ivoox.com/podcast-sociologia-inquieta_sq_f12369905_1.html

-Instagram: https://www.instagram.com/sociologia_inquieta/

-Twitterhttps://twitter.com/SOLER2911

-Telegram: https://t.me/sociologiainquieta

-TikTok: https://www.tiktok.com/@sociologia.inquieta

-El canal de YouTube de Sociología Inquieta, donde podréis encontrar todo el contenido audiovisual que se genera: https://www.youtube.com/channel/UCllxGornu7yRmA-hBOjrMHg

-Cuenta de Medium: https://medium.com/@soler2911

-Blog de Sociología Inquieta con más de setenta artículos relacionados con las ciencias sociales: https://www.xn--sociologainquieta-kvb.com/

-La página de Facebook de Sociología Inquieta con artículos, videos e imágenes exclusivas: https://www.facebook.com/Sociolog%C3%ADa-Inquieta-104808991667556


Comentarios

Entradas populares